Carmen de Burgos: Vídeo-Podcast-Lila 125
España, 1867-1932
“Una mujer de vida intensa y personalidad arrolladora, inconformista y con grandes inquietudes.
Su vida fue una revolución constante, marcada por el coraje, la libertad y el desafío a las normas de su época.
Una mujer adelantada a su tiempo que hace más de un siglo ya hablaba de algo tan debatido ahora como es la igualdad de salario entre hombres y mujeres, y el lenguaje inclusivo.
Afrontó críticas, desafíos y escándalos pero nunca dejó de pelear por la libertad y los derechos de las mujeres.
La primera periodista profesional en España, defensora del voto femenino y del divorcio que convirtió su pluma en un huracán de cambio.
Hoy te invitamos a descubrir la apasionante vida de….Carmen de Burgos, la voz que no pudieron silenciar.” 👇
¿Sabías qué Carmen de Burgos y Seguí, alias «Colombine», fue la primera periodista profesional en España?
Pues así es….
Carmen de Burgos fue una pionera, una mujer que transformó las palabras en su arma más poderosa.
También conocida por sus pseudónimos de «Colombine», «Gabriel Luna» o «Perico el de los Palotes», desarrolló su prolífica carrera como periodista, escritora y traductora, y su producción literaria es realmente abrumadora: escribió novelas, libros de viajes, artículos, ensayos y biografías.
A inicios del S.XX hacía encuestas sobre el tema del divorcio y del derecho a voto de la mujer y durante unos años fue corresponsal de guerra, convirtiéndose en una de las primeras en hacerlo (más adelante te cuento ese episodio).
Aunque se la intentó silenciar en muchas ocasiones, siempre defendió los derechos de las mujeres. Así lo definía en su libro “La mujer moderna y sus derechos “(1927) : «No es la lucha de sexos, ni la enemistad con el hombre, sino que la mujer desea colaborar con él y trabajar a su lado».
Con este libro se adelantó a otra de nuestras protagonistas, la escritora francesa Simone de Beauvoir (protagonista de nuestra Biografía Lila 83) y, probablemente, si Carmen hubiera nacido en otro punto de Europa, su libro se hubiese convertido en una de las más influyentes del movimiento feminista.
Carmen de Burgos reclamó el derecho a la educación de la mujer (como hizo un siglo antes otra de nuestras protagonistas: Mary Wollstonecraft, Biografía Lila 44), y clamaba por la libertad y el goce de existir.
Desgraciadamente, como pasa en muchas ocasiones, su labor y su obra han quedado ensombrecidas por la historia…

Pero, hagamos un poco de historia….
María del Carmen Ramona Loreta de Burgos y Seguí nació el 10 de diciembre de 1867 (aunque la fecha de su año de nacimiento baila) en la ciudad andaluza de Rodalquilar, Almería, España, en el seno de una familia acomodada; hija de Nicasia Nieto, ama de casa, y José Burgos Cañizares, vicecónsul de Portugal, un hombre dedicado al negocio de explotación de minas.
Carmen fue la primogénita de los diez hijos que tuvieron y, como ella misma cuenta: “Como de niña era muy raquítica y enfermiza, me mandaron al pueblo para que me fortaleciese, y allí me crié, sin enseñanzas de nadie.”
La infancia de nuestra protagonista la pasó entre Rodalquilar, el cortijo familiar de La Unión, y la capital, Almería. Su padre, José de Burgos, dio a su hija la mejor educación que pudo y, algo importante, le abrió su biblioteca y le cedió sus periódicos. Justamente a ella en una entrevista le preguntaron:
“¿Cómo era usted de pequeña?
-y respondió-
—Un demonio. Mis juguetes predilectos eran las muñecas y los periódicos. Mi diversión, leer cuanto caía en mis manos y montar a caballo. Era como he sido siempre: un espíritu rebelde, pero con rebeldía de guante blanco.”
Un día, cuando aún era adolescente, un periodista de Almería, llamado Arturo Álvarez Bustos, le dedicó un poema de amor, empezó a cortejarla y….no paró hasta conquistarla.
Así, con dieciséis años, y en contra del consejo paterno, se casó con Arturo, un bohemio pintor y periodista, doce años mayor que ella, que trabajaba en la empresa tipográfica de su padre. Ella misma diría:
“Mi rebeldía me llevó a casarme, contra la voluntad paterna, y fue la equivocación más grande de mi vida, un episodio de ingrato recuerdo».
Pero es que, además, la tragedia empezó la propia noche de bodas (igual que le sucedió a Tina Turner, protagonista de nuestra Biografía Lila 108). Esto es lo que escribió en su novela “La malcasada” (1923):
«No encontró en la brusquedad del deseo de Antonio la dulce ternura y la suave caricia que había esperado. No podía olvidar la sensación de miedo que sintió, el deseo de huir y cómo tuvo que replegarse y que esconderse en sí misma ante la ruda acometividad de su marido, que no se preocupó para nada de su pudor alarmado ni de su espíritu».

Desde el primer momento ese matrimonio fue una tortura para Carmen, ya que su marido resultó ser un maltratador –y os diré que es muy curioso como, en una gran mayoría de artículos en los que se habla de nuestra protagonista, se omite en este episodio de su vida la palabra maltrato en el matrimonio….-
La única parte buena de ese matrimonio fue que Carmen se familiarizó con el mundo de la prensa desde bien joven porque pudo colaborar en la empresa de tipografía de su suegro y pudo publicar sus primeros artículos en la revista satírica Almería Bufa, que dirigía su marido.
Durante ese matrimonio, Carmen quedó embarazada pero, como le sucedió a otra de nuestras protagonistas como es Mary Shelley ( Biografía Lila 40 ), perdió a tres de sus hijos de forma prematura. El primer bebé falleció trece horas después de nacer, la segunda a los dos días y el tercero a los ocho años. Carmen de Burgos asistió a la muerte de sus tres primeros hijos y, en cierto modo, ella también murió. Eran otros golpes muy duros.
En 1895 nació su cuarta hija, la única que sobrevivió: María de los Dolores Ramona Isabel, la hija a la que cuidó y amó como lo más grande de su vida pero….luego te cuento qué sucedió con ella.

En esos años, Carmen empieza a pasar cada vez más tiempo en el hogar paterno y alejada de su marido…la situación es insostenible….pero Carmen es una mujer fuerte y decide sacarse una titulación de maestra y…¡lo consigue!
A finales de 1901, harta de ese marido cruel e infame, Carmen da un cambio radical a su vida; mete sus cosas en una maleta y decide irse a Madrid con su pequeña a cuestas y su título de maestra, un título que había sacado estudiando por las noches a escondidas de su marido.
A su llegada a la capital, Carmen es recibida por su tío, el senador Agustín de Burgos y Cañizares, quien le ofrece instalarse en su casa pero ese no será un lugar seguro porque su tío intenta abusar de ella en más de una ocasión (justamente esta situación tan horrible la hemos relatado ya en otras de nuestras Biografías Lila, la de Madam C.J.Walker ).
Estamos a inicios del S.XX y muchos hombres veían con sorpresa y desagrado que una mujer abandonara su lugar de origen, su hogar, abandonara las labores de la casa y quisiera emprender una carrera literaria.
Ya entonces se podía oír hablar de “esa promiscuidad feminista que, no haciendo diferencia entre la distinta misión moral y social de ambos sexos, pretende igualarlos en actividades y derechos” (y seguimos igual, en pleno S.XXI!)
Nuestra Carmen, mujer valiente y decidida, logra salir adelante, encuentra un lugar para vivir con su hija y empieza a trabajar. Y así llegamos a 1903, cuando a Carmen le ofrecen, por vez primera en España, un contrato en el puesto de redactora del Diario Universal.

Jamás había ocurrido algo así en España, algo absurdo pero así fue: era la primera vez que se reconocía a una mujer como periodista profesional pero, eso sí, tenía que publicar bajo un pseudónimo, el de “Colombine”, para evitar así datos sobre su identidad y género. El pseudónimo proviene de un personaje de la Comedia del Arte italiana que da el arquetipo de mujer frágil y caprichosa.
Carmen de Burgos escribía su columna periodística sobre modas y modales introduciendo ideas más avanzadas de otros países europeos. Aprovechó esta ventana a la ciudadanía para plantear temas realmente avanzados como el derecho a voto de las mujeres, la legalización del divorcio o su rechazo a la pena de muerte.
Justamente sobre el derecho al divorcio organizó una especie de plebiscito (como lo llamaba la propia Carmen) en el que encuestó a miles de personas que dieron sus votos y recogió las opiniones de intelectuales, políticos y personajes destacados de la época sobre este tema como Emilia Pardo Bazán, Miguel de Unamuno, Pío Baroja o Antonio Maura. De las dos mil opiniones que recogió, la mayoría eran favorables al divorcio.
Todo ello le comportó el odio de los sectores conservadores de la política y la religión que buscaron desacreditarla. Y es que nunca antes nadie había hablado, y menos una mujer, de la “jaula del matrimonio” y de la necesidad de una ley del divorcio en España. Fijaos lo que podemos leer en su obra “La malcasada”:
“—No seas tonta, Dolores, y no te abatas así —solía decirle—. Yo comprendo que es triste que tu marido no te atienda como tú te mereces y ande por ahí con querindangas. Pero no sabes tú lo que hacen otros. Después de todo nada te falta en tu casa, y no se mete contigo. Créete que lloras sólo con un ojo.«
En 1905 Carmen consigue una beca del Ministerio de Instrucción Pública para estudiar los sistemas de enseñanza de otros países y empieza a viajar durante casi un año por diferentes países europeos como Francia, Italia, Suiza o Mónaco.
A finales de ese año retoma su labor como periodista y lanza otra campaña a favor de los derechos de las mujeres, en este caso para reclamar el derecho a voto.
Así, organiza otra campaña ciudadana y empieza a recoger las distintas opiniones de políticos, escritores y periodistas de distintas ideologías. A su vez, lanza la encuesta para que puedan votar pero….la campaña se cerró con más votos en contra que a favor….
Parecía que España, a inicios del S.XX, aún no estaba preparada para que las mujeres votaran. Carmen de Burgos expresó:
«El pueblo español, comparado con el de otras naciones, sufre un notable atraso; es aún mayor el peso de los atavismos que la fuerza del progreso que lo impulsa”.
Sus viajes por Europa inundaron su ser de novedades y las volcó en libros y artículos. Ella era una mujer moderna y, como tal, quería que sus coetáneos también lo fueran. De ahí que, al poco tiempo de su regreso de Francia, decidiera exportar la idea de los “Salones literarios” y lo hizo en forma de tertulia literaria -los miércoles de Colombine-, que reunía a jóvenes artistas y escritores.

Pero las mujeres que desafiaban la tradición resultaban molestas para muchas personas en el poder y decidieron apartarla de Madrid y enviarla a Toledo.
A esos gobernantes conservadores que la trasladaron a Toledo no sólo le incomodaban sus escritos sino que también veían en esas citas un polvorín.
Carmen de Burgos desafiaba las tradiciones y los guardianes del acervo se revolvían ante sus palabras y, como cuervos al acecho, buscaban la ocasión para acallar su voz. No podían soportar escritos como este, de 1904, en el Diario Universal, en los que Carmen decía:
«Es intolerable que la madre no tenga dentro de la familia los mismos derechos del padre, y que la mujer casada no tenga el de administrar libremente sus bienes y el pleno uso de los derechos civiles, considerándola siempre como una menor sometida a la tutela del marido».
Os he de decir que a pesar del ‘destierro’, no consiguieron disolver esa tertulia y nuestra Colombine viajaba todos los fines de semana a Madrid y todos los domingos, como antes hacía los miércoles, a las cinco en punto, servía el té y abría la tertulia.
Cuentan que de nuestra Carmen de Burgos, esa mujer sin miedo, se enamoraron muchos hombres que pasaron por la tertulia, muchos artistas le declararon su amor aunque ella ya no era presa fácil y rechazó a todos, bueno, a casi a todos porque, en 1908 apareció en el salón un joven de 19 años que estudiaba derecho y que admiraba a Carmen. Se llamaba Ramón Gómez de la Serna, escritor que se hizo famoso por sus greguerías (enunciados breves semejantes a aforismos).
Ella tenía casi veinte años más que él pero la diferencia de edad no detuvo el flechazo…¿os podéis imaginar el revuelo que eso causó y lo difícil que fue tirar adelante esa relación? El padre del joven intentó de todas las formas posibles separarlos y no lo consiguió. Tiraron adelante, y eso dice mucho del carácter y la personalidad de nuestra Carmen.

Con Ramón Gómez de la Serna mantuvo una relación amorosa y de colaboración intelectual que duró más de dos décadas y, desgraciadamente, como pasa en muchas otras ocasiones, muchos críticos, recelosos de su libertad, hablarían de él como gran escritor y a ella la reducirían a la condición de “la amante de…”
La vida de nuestra protagonista es trepidante y llega el momento en el que Carmen, que trabaja en el diario El Heraldo, se ofrece como corresponsal de guerra en Melilla para cubrir la guerra al norte de Marruecos.
Las crónicas que escribió durante esa etapa tienen una parte muy visceral, no solo contaba lo que sucedía; ella desnudaba en sus artículos muchos momentos emocionantes de lucha y de dolor y también informaba a los familiares de los soldados sobre su salud.
A su regreso a Madrid y, aún con el olor a bala, escribió un artículo titulado ‘¡Guerra a la guerra!’. Ella consideraba la guerra una suprema barbarie humana y defendió el derecho de todo humano a negarse a matar, de ahí que también defendiera a los pioneros de la objeción de conciencia.
Nuestra Carmen, que estuvo a punto de ser fusilada al confundirla con una espía, no tenía miedo a nada. Ella decía:
“He hecho el periodismo vivo, activo, de batalla.”
Durante los años siguientes, Carmen sigue escribiendo en revistas y periódicos, publica su primera novela larga (Los inadaptados), ejerce su labor como profesora para personas ciegas y sordomudas, apoya proyectos de jóvenes autores y ofrece conferencias vinculadas con la liberación de la mujer.

Además, siempre encuentra el momento para seguir viajando, y en 1913 viaja hasta Argentina en donde ofrece sus conferencias.
Ya en la década de los veinte (del S.XX) Carmen sigue absolutamente activa a nivel personal y profesional. Su faceta más reivindicativa sigue viva, y publica otra novela, Puñal de claveles, que cuentan que fue una de las inspiraciones con las que contó el poeta García Lorca al escribir su obra Bodas de sangre.
Y vamos ahora a hablar de la única hija que le quedó a Carmen, una hija que fue actriz pero que tuvo problemas de adicción.
En 1929, su compañero Gómez de la Serna presentaba en Madrid una de sus obras y Carmen le pidió a éste un personaje de la obra para que su hija lo interpretase y, cómo son las cosas, éste accedió a dárselo. Pero ésta no sería la única cosa que le entregaría porque, poco después, Carmen supo que su hija y su compañero estaban manteniendo una relación amorosa.
Al final, no fue el padre de Ramón quien los separó, sino que fue la hija de Carmen. Ese fue un duro golpe para Carmen y cayó en un corazón que llevaba años enfermo. Ella misma dijo:
«Mi salud no es buena, pues de sustos y sufrimientos siento que me desfallece el corazón.”
Su relación con Gómez de la Serna se rompió irremediablemente aunque no dejó de considerarle un amigo y, a su hija, no quiso perderla del todo y la perdonó.
En 1931 se proclamó en España la Segunda República y la nueva constitución reconoció el matrimonio civil, el divorcio y el voto femenino, colmando así las aspiraciones de nuestra Carmen de Burgos.
Sus últimos años de vida fueron muy activos a nivel político y social, tanto es así que, en 1932, durante la participación en una mesa redonda sobre educación sexual en el Círculo Radical Socialista, Carmen de Burgos empezó a sentirse mal…su corazón fallaba…la atendieron allí mismo pero no pudieron hacer nada para salvarla de ese ataque cardíaco.
Su corazón dejó de latir el 9 de octubre de 1932. Tenía 64 años de edad. Sus últimas palabras fueron:
“¡Muero feliz porque muero dentro del triunfo republicano! ¡Viva la República!”.
Nuestra Carmen de Burgos murió en activo (como Rosetta Tharpe, Biografía Lila 22), un año después de la proclamación de la Segunda República.
Poco tiempo después de su muerte, tras la Guerra Civil Española y la llegada del régimen franquista, su nombre fue incluido en la lista de autores prohibidos (junto a autores como Zola, Rousseau o Voltaire) y sus libros desaparecieron de las bibliotecas y las librerías.
Su nombre y su obra cayeron en el olvido.
Y, ¿cómo recordamos hoy en día a nuestra protagonista?
En primer lugar, la recordamos a través de su obra literaria, novelas, ensayos y artículos.
Justamente la filóloga Concepción Núñez Rey ha desgranado en dos volúmenes seis mil artículos de esta gran mujer: Carmen de Burgos, Colombine. Periodista Universal

Comentaros que, poco después de su fallecimiento, otra mujer ilustre, Clara Campoamor, junto con varios intelectuales, pidió que se diera su nombre a una calle de Madrid, como también tiene en su provincia natal, Almería.
Otra mujer adelantada a su época, de vida apasionante, a la que hemos querido rendir homenaje hoy con nuestra Biografía Lila.
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