Winnaretta Singer: Vídeo-Podcast-Lila 126
EE.UU., 1865-1943
“¿Qué puede hacer una mujer con una de las mayores fortunas del mundo?
Casarse, obedecer… o desafiarlo todo.
Nuestra protagonista eligió el desafío y la libertad.
Usó su riqueza para impulsar el arte y la música.
Apoyó a genios como Marie Curie, Debussy, Ravel, Nadia Boulanger, Falla, Stravinsky, Colette y Proust.
Fundó una de las instituciones culturales más importantes de Francia.
Vivió abiertamente su amor por las mujeres en una sociedad que no lo aceptaba.
Pero su historia ha sido silenciada.
Hoy en Mujeres Lila te contamos la vida de la princesa que convirtió su fortuna en un legado eterno.
Una mujer de vida fascinante, marcada por su independencia, su amor sin filtros y su espíritu filantrópico.”
Descubre aquí su historia 👇
¿Sabías qué Winnareta Singer fue una artista y heredera de una gran fortuna que se convirtió en mecenas cultural?
Pues así es…
Y, ¿qué entendemos por mecenas?; pues, hablamos de una persona que patrocina una actividad cultural, artística o científica, y a eso mismo dedicó su vida y fortuna nuestra Winnaretta.
En realidad, existen pocos mecenas que hayan ayudado más a la creación que Winnareta Singer. El alcance de su influencia en el arte y la cultura del siglo XX es incalculable.
Nuestra protagonista podía haber dedicado su vida a vivir del lujo y el placer, sin más, pero Winnaretta no se conformó con una vida de lujos sin propósito. Ella decidió formar parte activa del mundo y contribuir con su mecenazgo.
«Winnie», como la llamaban sus íntimos, fue una mujer fuera de lo común, y se convirtió en un referente para saber cómo actuar de manera útil para apoyar la creación, hacer avanzar a las artes y las ciencias y así, hacer progresar a la humanidad. Ella decía: «El dinero es un medio, no un fin, así que su verdadero valor está en lo que puede crear.»

Pero, hagamos un poco de historia…
Winnaretta Singer nació el 8 de enero de 1865 en Yonkers, Nueva York, en el seno de una familia rica gracias al imperio de las máquinas de coser Singer, fundado por su padre, Isaac Merritt Singer, en 1850.
Su padre fue actor, inventor y empresario, y cuentan que era un mujeriego que llegó a tener más de 20 hijos; además, se le considera el pionero de las franquicias.
Su madre, Isabella Eugenie Boyer, era una mujer de origen francés con una marcada sensibilidad artística, lo que influyó en la educación de Winnaretta. Cuentan que la belleza de su madre inspiró al escultor Frédéric Barthold la figura femenina de la Estatua de la Libertad.
Muchos de los hijos de Isaac Singer heredaron fortunas considerables y llevaron vidas llenas de excentricidad, influencia y conexiones con la alta sociedad. Winnaretta, sin embargo, destacó no solo por su riqueza, sino por su impacto en la música, el arte y su independencia de pensamiento.
Desde pequeña, estuvo rodeada de un ambiente cosmopolita y de gran refinamiento, y recibió una educación formal.
Cuando Winnaretta tiene 10 años, pierde a su padre; es el año 1875, y es entonces cuando su madre decide que se mudarán a Europa, en concreto a Francia, París.
Al poco tiempo, su madre decide casarse con otro hombre, ocupando así el lugar de padrastro de Winnaretta; la verdad es que ella lo define como un hombre irascible y violento, que la incomoda en su propia casa y que estropea la buena relación que tenía con su madre. Para ella representa todo lo tosco, sucio, viril y violento que rechaza.
La parte buena de esa primera época en París es que ese cambio de entorno le permite recibir una formación excepcional, mucho más acorde a su personalidad independiente y a su aguda inteligencia, y tiene acceso a la música, la pintura y la literatura.
Nuestra Winnaretta es una joven con gran talento para la música y las artes visuales.

En París, recibe clases de pintura con artistas reconocidos y, al poco tiempo, empieza a desarrollar su propia faceta artística como pintora. Su estilo pictórico estaba influenciado por el impresionismo, y aunque no se dedicó profesionalmente a la pintura, llegó a exponer algunas de sus obras en pequeños círculos artísticos.
También desarrolla un profundo interés por la arquitectura y la música, lo que la lleva a tomar clases de composición, piano y órgano, pero, sobre todo, muestra una fuerte inclinación por la vida cultural y el mecenazgo, algo que definiría su legado en el futuro…
Nuestra Winnaretta es una mujer que desde bien joven desafía las expectativas sociales de su época, rechazando ideas instauradas sobre el dinero, el matrimonio y el papel de las mujeres; ella tiene su propia visión del mundo.
Cuando tiene 18 años, Winnaretta hereda de forma oficial parte de la fortuna de su padre, Isaac Singer, una inmensa fortuna a compartir entre sus 24 hermanos, ¡!,y ha de esperar a cumplir los 21 para poder independizarse del todo.
Es entonces cuando decide que, para huir del hogar familiar y protegerse de su padrastro, ha de casarse; tiene solo 22 años cuando se casa con el príncipe Louis de Scey-Montbéliard, en una unión que se beneficia del dinero de ella y el título de él, y de ahí que pasa a ser “Princesa”, pero esta unión matrimonial durará muy poco…
Cuentan que la noche de bodas, cuando se quedaron solos por primera vez en la habitación, Winnaretta se elevó sobre una cómoda, abrió su paraguas y le gritó: “¡Tócame y te mato!” El príncipe, incrédulo, se apartó y comprendió que su matrimonio no tendría mucho futuro…. Y así fue porque, cinco años después, este matrimonio fue anulado por la iglesia al no haberse consumado nunca.

Winnaretta vuelve a ser libre, pero vuelve a estar desprotegida de las malas lenguas del París de finales del S. XIX
Poco después, un amigo le aconseja casarse por conveniencia con un hombre homosexual y así servirse mutuamente de tapadera, pero ella no quiere volver a cometer el error de unirse a otro hombre aunque, cosas de la vida, un día, en una subasta, coincide con otro pujador de un cuadro de Monet y allí empieza una relación que acabará en matrimonio.
Se trata del príncipe Edmond de Polignac, un aristócrata arruinado, compositor sensible y afable, homosexual declarado, que encontrará en Winnie a su pareja perfecta.
Winnaretta Singer quiere vivir el amor en libertad y, en aquel momento, esa es una solución.
En 1893 deciden casarse y, al poco tiempo, se convierten en la pareja favorita de los salones parisinos y en benefactores de la plana mayor de compositores de principios del siglo; ellos comparten su profunda pasión por la música y la cultura. Su amor es platónico y son el matrimonio mejor avenido de todo París.

A pesar de ser una heredera millonaria por su linaje Singer, el título nobiliario de princesa le otorga una posición aún más destacada en la aristocracia europea y le permite establecer una de las redes culturales más importantes de su tiempo, lo que ayuda a consolidar su papel como mecenas.
Por desgracia, el matrimonio con Edmond no duró mucho, ya que este cae enfermo y, en 1901, fallece. Winnaretta está ahora sola al cargo de su labor como mecenas artística.
Empieza para ella una época muy intensa en la que viaja a otros puntos de Europa como Italia, en concreto Venecia, donde crea otro punto de reunión y oportunidad para músicos como Igor Stravinski.
Winnaretta quiere tener su propio palacio cultural, y decide volver a París con la misión de crearlo y lo hace junto al arquitecto Henri Grand Pierre. En 1904 se inaugura el Palacio de Winnaretta Singer, también conocido como el Hotel de Polignac, un espacio que contaba con un enorme salón de música y un espacio con una capacidad de 200 personas.
Este palacio no fue solo su residencia, sino también un importante centro cultural y artístico, un punto de encuentro de compositores, escritores y artistas de la época, un hervidero cultural.
Allí organiza sus famosos salones musicales, en los que se estrenaron obras de compositores como Claude Debussy, Igor Stravinski y Maurice Ravel. Sí, porque, gracias a ella y a su apoyo económico, se estrenaron importantes composiciones del siglo XX. Su gusto por la vanguardia artística y literaria le hace apoyar también a Marcel Proust, Jean Cocteau, convirtiéndose en su mecenas.

Además de esa vertiente cultural, Winnie también destinó parte de su fortuna a apoyar las causas científicas. A inicios de la 1a Guerra Mundial, en 1914, cuando Marie Curie, protagonista de nuestro Monólogo Lila 14, buscaba fondos para financiar su Instituto de Radio en París, Winnaretta fue una de las donantes que contribuyó económicamente al proyecto.
Para Winnaretta era fundamental apoyar la investigación científica. Gracias a ese impulso, este instituto se convirtió en un centro clave para la investigación sobre la radiactividad y jugó un papel esencial en los avances en medicina y física.
También en esa misma época utilizó su fortuna para establecer hospitales y apoyar a la Cruz Roja en plena época bélica.
Nuestra Winnie decide que es momento de organizar esas ayudas y decide crear una Fundación, la Fondation Singer-Polignac, que tenía como objetivo principal ofrecer un espacio para la investigación y la creación, acogiendo a científicos, intelectuales y músicos para que pudieran desarrollar sus proyectos. En sus primeros años, financió estudios en diversos campos, desde la medicina hasta la astronomía, y proporcionó becas y ayudas a artistas y compositores.
La escritora Colette, protagonista de nuestra Biografía Lila 103 , hablaba de ese apoyo incondicional que recibió y decía: “Encontrar la amistad, darla, significa antes gritar: ¡refugio, refugio! Mi querida Winnie, solo grité socorro a partir de un sordo susurro, y aun así tu oído es tan fino que me escuchó con total claridad”.

Con esta fundación, que inauguró en 1926, consolidó su legado como una de las grandes mecenas del siglo XX, asegurando que su apoyo a la creatividad y el conocimiento trascendiera su propia vida.
Poco tiempo después, en 1928, Winnie compró un barco para ayudar a las personas sin hogar. Sí, te cuento. Ese barco lo adquirió como refugio flotante en el río Sena, en París. Su objetivo era proporcionar vivienda y asistencia a personas en situación de calle, ofreciéndoles un lugar digno donde vivir temporalmente. Además del alojamiento, cuentan que el barco brindaba comida, atención médica y ayuda para encontrar empleo, reflejando el fuerte compromiso filantrópico de Winnaretta con las causas sociales.
Durante la década de los 30, se implica en un proyecto arqueológico en Grecia financiando unas excavaciones arqueológicas,–por cierto que nuestra Winnie también hablaba griego.–
Como ves, Winnie no paraba, era, como decía su sobrino: “Un ser de 8.000 voltios de potencia, fuerte, determinado, indomable y enigmático.”

En sus últimos años de vida, durante la Segunda Guerra Mundial, Winnaretta sigue ayudando a refugiados de guerra y a artistas perseguidos, su compromiso con las causas humanitarias no tiene límites pero ya no tiene tantas fuerzas, su salud es muy frágil y, el 26 de noviembre del año 1943, Winnaretta Singer fallece de una crisis cardíaca con 78 años de edad.
Su generosidad y visión de futuro la convierten en una figura clave en la filantropía dejando un legado imborrable.
Y, ¿cómo recordamos hoy en día a nuestra protagonista?
Actualmente, la Fondation Singer-Polignac sigue activa en París, manteniendo el espíritu visionario de su fundadora. Continúa apoyando a jóvenes músicos, investigadores y creadores, asegurando que la pasión de Winnaretta por el arte y la ciencia siga viva casi un siglo después de su fundación.
Silvia Kahan, LIBRO: Winnaretta Singer-Polignac, princesa, mecenas y música.
Su historia es un recordatorio de cómo la pasión y la independencia pueden marcar la diferencia en el mundo. Impulsar el arte y la ciencia, y no el ámbito armamentístico, por ejemplo, dignifica el mundo, abre camino a la cultura y educación de un país, y abre las mentes de su gente. Como bien decía Winnaretta:
«El arte debe ser apoyado no por vanidad, sino por el deseo de hacer que el mundo sea más hermoso.»
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