EMMA JUNG: Vídeo-Podcast-Lila 133
Suiza, 1882- 1955
“Una mujer a la sombra de un famoso psiquiatra.
Una pensadora brillante, escritora, psicoanalista y una pionera en explorar el lado femenino del alma.
Mientras su nombre quedaba oculto, ella exploró los arquetipos, los mitos y los secretos del inconsciente colectivo.
Dejó obra propia y se atrevió a pensar con libertad en un mundo hecho para los hombres.
Su vida fue un delicado equilibrio entre la sombra y la luz, entre el sacrificio personal y la creación intelectual. Sin ella, ni Carl Jung ni el psicoanálisis serían lo que hoy conocemos.
Hoy descubrimos la historia de Emma Jung, la esposa y mecenas del famoso Carl Gustav Jung.” 👇👇👇
¿Sabías qué Emma Jung fue una psicoanalista y escritora a la sombra de Carl Jung?
Pues así es…
Emma fue mucho más que la esposa y mecenas del sí conocido psicoanalista Carl Jung.
Ella era una mujer inteligente, culta, atractiva y con una gran fortuna familiar que colaboró activamente con su marido en el desarrollo del psicoanálisis.
Colaboró y financió muchas de sus investigaciones y le ayudó a convertirse en un destacado psiquiatra y fundador de la llamada psicología analítica.
Según cuenta la periodista británica Catrine Clay en su biografía sobre Emma, Carl Jung le contaba y consultaba absolutamente todo, y ella llegó a sustituirlo cuando sus viajes y conferencias le impedían atender sus compromisos. Y es que, no olvidemos que ella también ejerció como psicoanalista… pero, luego entraremos en materia… Una vez más, nos encontramos con otra mujer a la sombra de…

Pero, hagamos un poco de historia…….
Emma Marie Rauschenbach nació el 30 de marzo de 1882 en Schaffhaussen, Suiza, en el seno de una familia acomodada. Su madre, Bertha Schenk, era ama de casa, y su padre, Johannes Rauschenbach, un rico industrial, propietario de la compañía de relojes suizos IWC International Watch Company Schaffhausen. Juntos tuvieron dos hijas: a nuestra protagonista, Emma, y a Bertha Margaretta.
Cuentan que Emma tenía un carácter sensible e inteligente, y desde muy pequeña mostró una gran curiosidad intelectual y una profunda vida interior.
Por suerte, Emma creció en un hogar sin privaciones materiales y con acceso a la educación y la cultura, una educación centrada en idiomas, literatura, música y artes, como correspondía a las mujeres de buena familia de la época… aunque no a la educación superior… ya sabes que, a finales del S. XIX, todavía no se nos permitía ingresar en la mayoría de las universidades europeas… y si en algunas sí se nos permitía acceder, no era bien visto… pero ella se esmeró por aprender de todo, cultivando así un pensamiento propio.
Aunque disfrutó de ciertos privilegios económicos, su niñez en Suiza también estuvo marcada por la estricta moral y las convenciones sociales de la época, que imponían a las mujeres un futuro destinado, principalmente, al matrimonio y al hogar.
A pesar de esos obstáculos sociales y morales, ella reclamó su derecho a la educación. Su carácter serio, reflexivo y espiritual, y su enorme curiosidad intelectual, la distinguía de las chicas de su entorno.

Así, aunque no asistió a la universidad, cultivó de manera autodidacta una pasión por los mitos, las leyendas medievales y la literatura mística, intereses que más tarde se enlazarían con su obra sobre el Grial, llegando a convertirse en una de las mayores expertas en la Leyenda del Santo Grial.
Es en plena adolescencia cuando Emma conoce a… Carl Gustav Jung... Emma tenía 16 años cuando lo conoció, y Carl, 23.
En ese momento, Carl empezaba a ejercer como médico en Basilea y ya mostraba una personalidad intensa, inquieta y profundamente curiosa. Su origen era más humilde que el de Emma, provenía de una familia modesta y sin fortuna, y la situación familiar que tenía era bastante complicada.
Emma quedó fascinada desde el principio por la fuerza intelectual y el magnetismo de Carl Jung, y él vio en Emma a una joven culta y sensible, una persona con la que podía compartir inquietudes espirituales e intelectuales. A pesar de la diferencia social y de edad, pronto surgió entre ellos una complicidad basada en las ideas, los sueños y los símbolos que a ambos los fascinaban.
Para Emma, Carl representaba una puerta hacia un mundo intelectual y espiritual que pocas mujeres de su época podían explorar y, para Carl, Emma era una mujer con fortaleza y recursos, alguien que podía sostenerlo no solo emocionalmente, sino también en el terreno práctico… Y así fue como iniciaron una relación sentimental que la llevó al matrimonio.

Emma se casó con Carl Jung el día de san Valentín del año 1903. Tenía 21 años y en el momento de su matrimonio era la segunda heredera más rica de Suiza. Cuentan que Carl, desde el primer momento en el que vio a Emma, supo que sería su mujer… y así fue. Emma dio a luz a cuatro niñas y un niño, pero lejos de limitarse a la maternidad, cultivó su propio camino.
En 1905, Emma pierde a su padre y se convierte, junto a su hermana y sus maridos, en propietaria de la empresa relojera internacional de la familia. Este hecho marcará profundamente su vida: le garantizó independencia económica a ella y a su marido, quien pudo dedicarse plenamente a su investigación. De ahí que digamos que, en gran medida, Emma fue la «mecenas» de la carrera de Carl Jung.
Pero Emma tenía su propósito claro. Así, empezó a estudiar con detenimiento la llamada “psicología analítica”, un término que acuñó en 1913 su marido… Y quizás ahora te preguntes, ¿qué es la psicología analítica? Carl y Emma Jung la crearon para mirar más allá de lo que pensamos cada día. Te cuento…
Imagina que nuestra mente es como un jardín enorme: arriba, las flores que ves son tus pensamientos y lo que muestras al mundo. Pero bajo la tierra están las raíces invisibles: recuerdos, emociones y sueños que ni siquiera sabes que tienes… y aun así te hacen ser quien eres.
Dentro de ese mundo subterráneo ellos hablaban de 12 arquetipos. ¿Y qué son? Son como personajes que viven dentro de todos nosotros. No importa de dónde seas, en todos los cuentos, películas o sueños aparecen esas mismas figuras. Es como si tuviéramos moldes compartidos.
Y después nos hablan de los mitos, historias antiguas de dioses, heroínas o criaturas mágicas que los pueblos han contado durante miles de años. Aunque parezcan cuentos fantásticos, esconden mensajes sobre nosotros: el viaje del héroe, la búsqueda del amor, el miedo a perderse… Son como espejos que nos muestran lo que sentimos por dentro.
Lo más fascinante es el concepto del inconsciente colectivo. Imagina una gran biblioteca invisible donde están guardados símbolos, recuerdos y emociones… no son tuyos ni míos, sino de toda la humanidad. Es como si, sin darnos cuenta, todos estuviéramos conectados a ese archivo común.
Y además de todo ello, Emma se preguntó: ¿qué papel tienen las mujeres en esa biblioteca? ¿Qué dicen los mitos y arquetipos sobre nosotras?

Su trabajo fue buscar esas figuras femeninas escondidas en las leyendas y demostrar que la mujer no es secundaria en la historia de la humanidad, sino que tiene un papel esencial en ese mundo simbólico que compartimos todos.
Cuando Emma Jung hablaba de arquetipos y mitos, no era algo abstracto: era una forma de recuperar la voz perdida de lo femenino.
Emma amplió el concepto de arquetipos de su esposo y se enfocó en el ánima y el animus, y la importancia de integrarlos para el desarrollo personal. Y tú dirás, ¿qué es el anima y el animus? Te cuento.
El ánima es lo femenino en el hombre, y el animus es lo masculino en la mujer, y profundizó en cómo estas fuerzas influyen en las relaciones y nuestra mente.
Emma tenía claro que dentro de cada persona hay una parte masculina y otra femenina. Si aprendemos a escuchar esa voz escondida, nos volvemos más completas.
Un hombre que conecta con su Ánima entiende mejor sus emociones.
Una mujer que conecta con su Ánimus descubre su fuerza y se atreve a usar su voz.
Emma Jung nos recordó algo poderoso: no somos mitades, no somos piezas sueltas.
Somos un todo que solo brilla de verdad cuando unimos esas dos fuerzas que habitan en nuestro interior.
Todo ello lo plasmó en su ensayo: Del Ánima y del Ánimus, una obra que sigue siendo esencial para entender el universo junguiano.

Con el tiempo, Emma Jung se convirtió en una destacada psicoanalista por derecho propio, una pensadora independiente.
Su formación y su sensibilidad le permitieron asumir un rol propio, atrayendo pacientes que confiaban en su profesionalidad, algo nada fácil de demostrar por el hecho de ser mujer…
También era la primera colaboradora en el trabajo de su marido, leía sus manuscritos, le daba feedback y participaba activamente en sus discusiones sobre psicología y filosofía. Y, además, logró profundizar en algo que le apasionaba: la leyenda del Santo Grial. ¿Has oído hablar del Santo Grial? Te cuento.
En los viejos cuentos medievales, el Santo Grial era una copa mágica capaz de curar heridas, dar vida y traer paz a todo un reino. Los caballeros salían a buscarla, enfrentándose a pruebas imposibles, porque solo quien era valiente y puro podía encontrarla.
Emma Jung descubrió algo mucho más profundo en esa leyenda. Entendió que el Grial no era solo un tesoro escondido en un castillo, sino un símbolo del alma humana. Ese viaje de los caballeros no era únicamente por bosques y montañas, era también un viaje interior: la búsqueda de sentido, de aquello que nos completa de verdad. Y aquí viene lo revolucionario…
Emma vio en el Grial un símbolo femenino. La copa, que guarda y alimenta, representa la energía de la mujer: la que da vida, la que transforma, la que sostiene el mundo. En una época en que todo se contaba desde la mirada de los héroes masculinos, Emma Jung fue capaz de decir:
“En el centro de la historia, está lo femenino”.

Su libro La leyenda del Grial desde el punto de vista psicológico, que se publicó póstumamente, no fue solo un estudio de mitos, fue una manera de recordarnos que los cuentos que nos parecen más antiguos también hablan de nosotras, y que sin lo femenino, la historia del alma humana está incompleta.
Este libro se considera una contribución fundamental al pensamiento junguiano. Para ella ahí estaba escondido un mensaje sobre la energía femenina y su importancia en la vida.
Según su biógrafa Catrine Clay:
“Emma, enfrentando el laberinto de su propia vida con Carl, tratando de comprenderle, utilizó el libro como su propia búsqueda”.
Quizás ahora estés pensando en otra de nuestras protagonistas, la psiquiatra alemana Karen Horney, coetánea de Emma, protagonista de nuestra Biografía Lila 122. Karen fue otra gran pionera del psicoanálisis que abrió camino para que la psicología no hablara solo con voz masculina. No hay evidencia de que nuestras protagonistas tuvieran una relación directa, no hay registros de encuentros, y eso que solo se llevaban 3 años de diferencia de edad, porque sus trayectorias geográficas y profesionales fueron muy diferentes: Emma en Suiza, Karen entre Alemania y EE. UU. Eso sí, ambas reflexionaron sobre la feminidad y la experiencia de ser mujer dentro de la psicología, aunque desde tradiciones distintas: Emma desde lo profundo y simbólico, en los cuentos y en la parte espiritual, y Karen lo buscó en lo social, en cómo la educación y las normas hacen que las mujeres duden de sí mismas.
Estaba pensando que si fueran dos personajes de un cuento, Emma podría ser la guardiana de un castillo lleno de símbolos antiguos, y Karen la guerrera que rompe las murallas de la ciudad para abrir espacio a las mujeres.
Sigamos con Emma porque no solo sostenía a la familia y la vida social de su marido, sino que también escribía, analizaba y daba conferencias. Incluso llegó a presidir el Club Psicológico de Zúrich en el que dio conferencias sobre psicología. Y cuando te digo “vida social”, me refiero a un aspecto algo escabroso…Y es que nuestra protagonista afrontó muchas infidelidades de su marido y algunas relaciones extramatrimoniales, como la conocida con una paciente suya, Toni Wolff.

Como cuenta la biógrafa Catrine Clay en su obra “Laberintos”:
“Carl Jung trabajaba con sus pacientes día y noche, como un poseído, y descuidaba la vida familiar, al tiempo que se comportaba como un coqueto enfermizo incapaz de no flirtear con cualquier mujer.”
Todo ello comportó que estuviera, al menos en tres ocasiones, a punto de divorciarse, pero, después de lanzar esa amenaza, su marido caía enfermo y pedía clemencia….¿te suena?
En los últimos años de su vida, Emma mantuvo la misma fuerza interior que la acompañó desde joven y nunca se apartó del todo del camino que había elegido: la investigación psicológica, la escritura y la práctica clínica.
Por desgracia, su salud se vio afectada en los últimos años de vida y, en 1955, falleció con tan solo 63 años de edad en su casa junto al lago de Zúrich.
Su marido quedó desolado y escribió en su lápida:
«Ella fue el cimiento de mi casa. Era una reina.”
Su vida fue la de una mujer que, no solo acompañó, sino que construyó, aportó e iluminó el camino del psicoanalisis junguiano, pero de la que casi nadie habla.
Y,¿cómo recordamos hoy en día a nuestra protagonista?
En primer lugar, por sus aportes en el ámbito de la psicología analítica que siguen siendo una referencia.
Tenemos la obra Laberintos, una polémica biografía de la periodista británica Catrine Clay.
Y la editorial El hilo de Ariadna, acaba de sacar a la venta esta obra «Ánimus y Ánima» de Emma Jung.
Hoy hemos dado voz y vida a otra mujer de talento, una mujer que, pese a estar muchas veces a la sombra, dejó su propia huella, una huella profunda y valiente.
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