MADAME CLICQUOT: VÍDEO- PODCAST-LILA 127
Francia, 1777- 1866
“Una mujer que cambió para siempre la historia del champán.
En una época donde los negocios eran solo cosa de hombres, ella rompió las reglas y tomó las riendas de una empresa y… ¡Casi lo perdió todo!
Sobrevivió a bloqueos comerciales, crisis económicas e incluso la desconfianza de su propio entorno, pero ella no se rindió.
Innovó, arriesgó y creó la bebida que hoy es sinónimo de lujo y celebración.
Esta es la historia de la Viuda Clicquot, la mujer que desafió las reglas y transformó el champán en un símbolo de máximo prestigio.”
Descubre aquí su historia 👇
¿Sabías qué Barbe-Nicole Ponsardin fue una empresaria francesa del S. XVIII que se convirtió en la primera mujer en dirigir una empresa viticultora de champán?
Pues así es…
Barbe-Nicole Ponsardin fue una mujer que logró hacerse valer en un mundo dominado por hombres.
Si en la actualidad la presencia femenina en el mundo de los vinos y espumosos es aún minoritaria, imagínate cómo sería en 1772, fecha de fundación de la casa de vinos espumosos Clicquot.
En esa época, las mujeres no contaban con ningún papel en el mundo empresarial, no se les permitía trabajar, ni siquiera tener una cuenta bancaria… pero ella lo consiguió… y más adelante te cuento cómo…
Barbe-Nicole, apodada como la viuda de Clicquot, es conocida como La Gran Dama del Champagne, y fue una mujer adelantada a su tiempo: tenaz, astuta y con enormes ganas de aprender.
Lejos de rendirse ante la adversidad, tomó las riendas de su vida y de la empresa vinícola de su marido, desafiando las normas de su tiempo.
Nuestra Madame Clicquot no solo encontró su lugar en el mundo, sino que lo transformó para siempre.

Pero, hagamos un poco de historia…
Barbe-Nicole Ponsardin nació el 16 de diciembre de 1777 en Reims, Francia, en el seno de una familia acomodada.
Su padre, Nicolas Ponsardin, era un próspero empresario textil, un hombre con una visión estratégica para los negocios cuya habilidad para la diplomacia lo llevó incluso a convertirse en alcalde de Reims y a obtener el título de barón bajo Napoleón.
Su madre, Jeanne Josephe Marie-Clémentine Letertre, provenía de una familia de la alta sociedad y fue una figura clave en la educación de Barbe-Nicole.
Durante su infancia, nuestra protagonista vivió tiempos turbulentos debido a la Revolución Francesa (1789-99) y su familia, que inicialmente simpatizaba con la monarquía, se adaptó rápidamente a los cambios políticos para proteger su estatus. Esta capacidad de adaptación y resiliencia marcaría el carácter de Barbe-Nicole y la prepararía para enfrentar los desafíos que vendrían en su vida adulta.
A su vez, su madre le inculcó valores de refinamiento, cultura y religión, preparándola para moverse con soltura en los círculos aristocráticos. Podemos decir que creció en un ambiente de estabilidad y disciplina.
La combinación de la mentalidad empresarial de su padre y la formación social de su madre la marcó profundamente, dándole las herramientas para desafiar su destino.
De niña, se educó en la abadía Saint-Pierre-les-Dames, un convento católico en Reims, algo común entre las jóvenes de familias acomodadas en la época.
En este entorno adquirió una sólida formación en lectura, escritura y valores religiosos y desarrolló la disciplina y el carácter que más tarde definirían su vida.
Su educación fue influenciada por los ideales de la Ilustración, con un enfoque en la independencia, el pensamiento crítico y el conocimiento práctico.
Barbe-Nicole creció en un hogar donde el comercio y los negocios eran temas cotidianos, y aunque su educación formal fue limitada, en comparación con la de los hombres de su tiempo, gracias a su esfuerzo y perseverancia y con la influencia de su padre, hombre pragmático, aprendió desde joven sobre estrategias comerciales y la importancia de la adaptación en un mundo en constante cambio.
Esta combinación en casa sentó las bases para su futura audacia empresarial.
Pero no hemos de olvidar para lo que había sido educada Barbe-Nicole: ser una perfecta esposa y madre burguesa, aunque ella era mucho más que eso, era una mujer con ambiciones, práctica y resolutiva.
De ahí que su padre entablara relación con Philippe Clicquot, el industrial textil con más peso de Reims que tenía a su heredero, François, un joven que quería hacerse cargo del incipiente negocio complementario de distribución de vinos de su padre. Y, ¿te imaginas cuál era el objetivo, verdad? Pues sí. Casar a su hija con él. Y así fue.
En 1798, con 21 años, se casa con François Clicquot y, por suerte, los jóvenes se entendieron y urdieron un gran plan: producir sus propios vinos y champanes y venderlos por Europa como productos de lujo.
No era tarea fácil porque, en aquella época, el textil acaparaba la economía de esta región y la elaboración de champán era una actividad poco habitual y destinada básicamente a las cortes europeas, pero el joven matrimonio estaba dispuesto a lograrlo.
Durante los seis años y medio que duró su matrimonio, Barbe y François vivieron felices y tuvieron una niña, Clementine. Empezaron a dar forma al negocio, pero tuvieron que sortear muchos obstáculos, y el más fuerte llegó cuando, en 1805, su marido enferma de una fiebre maligna y fallece.
Barbe-Nicole tiene entonces 27 años y se queda absolutamente descolocada: es mujer, está sola y al cargo de su hija de tres años.
El padre de su marido, Philippe Clicquot, destrozado, se plantea cerrar la bodega de su hijo, pero lo descarta ante la disposición de su nuera de arriesgar toda su herencia para recuperarla.
Barbe se opone a la venta de los viñedos. En lugar de vender la empresa o dejar que un hombre la dirigiera, ella quiere liderar el cambio.
A pesar de las objeciones de su familia política, su suegro le lanza una propuesta: someterse a un aprendizaje de cuatro años tutelado por el reputado enólogo Alexandre Fourneaux. Así lo hace y, con 27 años, Barbe toma las riendas del negocio y empiezan a apodarla como “la Viuda Clicquot”, nombre de la conocida marca.
Gracias a los conocimientos que había adquirido al lado de su difunto esposo, nuestra protagonista entiende muy rápido las necesidades de la empresa y empieza a introducir cambios que la convertirían en la propietaria de la marca de champán más deseada en Europa. Pero no fue tarea nada fácil…
Las guerras napoleónicas no ayudaron y la empresa estuvo a punto de quebrar, pero se rodeó de hombres importantes del ámbito viticultor; decidió imponer una de sus máximas que era la de no bajar el precio de las botellas, ya que el champán que elaboraba era un producto de calidad que debía, por lo tanto, ser pagado por los clientes que lo demandaran.
En esos años de lucha continua, su suegro acepta ayudarla y se convierte en un importante mecenas.
Decide también, con gran audacia e inteligencia, mandar gente a varios países europeos como Holanda, Hungría, Alemania, Italia para facilitar así la exportación de sus productos, logrando desafiar los bloqueos navales. Logra acceder al mercado ruso que se convertiría con el paso del tiempo en sus mayores mercados porque se enamoraron de su bebida.
Hacia 1813, el final de las guerras napoleónicas era cuestión de tiempo. Francia mantenía un bloqueo comercial a Rusia, pero las botellas de espumante entraban de contrabando.
Madame Clicquot consiguió adelantarse a todos y lo logró también con su capacidad de innovar para mejorar al lado de maestros bodegueros de primera línea.
En 1816, toda Europa quería probar sus vinos y ansiosa por reducir el tiempo de espera y de preparación, ideó, junto a un maestro de bodega, el proceso de “remuage”, trasiego en taburetes especialmente diseñados para el proceso en los cuales los vinos se ponían boca abajo y en un ángulo empinado.
Todo ello mejoraba la calidad del vino, y permitía obtener vinos más claros, limpios y límpidos y con ese agradable efecto secundario: las burbujas.
Por varias décadas pudo mantener el secreto de su invención, y eso le dio una ventaja competitiva importante.
Su champán fue más allá de las fronteras francesas y convirtió Veuve Clicquot en un imperio global.
Esta revolucionaria técnica, actualmente mecanizada y clave en todas las fábricas, le valió el título de la Gran Dama del Champán.

Poco a poco, y con el paso de los años, adquirió viñedos entre los mejores crecimientos, y empezó a constituir el excepcional patrimonio vitícola de la Casa Veuve Clicquot, que hoy cuenta con 515 hectáreas.
Su capacidad resiliente para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos la convirtió en una de las mejores productoras de champagne del mundo con una contribución significativa a la industria del vino.
Por desgracia, los últimos años de su vida tuvo que soportar perder a su única hija, Clementine, una hija en la que no había depositado la confianza para ponerla al frente de la empresa…
Nuestra Viuda Clicquot falleció en Boursault, el 29 de julio de 1866, a la edad de ochenta y ocho años, dejando un legado muy importante.
A su muerte, la casa Veuve Clicquot Ponsardin comercializaba 750 000 botellas y enviaba su producción a numerosos países.
Nunca una mujer había gestionado una empresa con un capital tan importante como ella, ¡y menos en pleno S. XVIII!

Y, ¿cómo recordamos hoy en día a nuestra protagonista?
En primer lugar, por su producto: el champagne de la famosa etiqueta amarilla es uno de los más solicitados y admirados del mundo:
“Una sola calidad, la mejor”.
En 1972, la casa de champán Veuve Clicquot Ponsardin creó un premio anual en su honor: el premio Veuve Clicquot que recompensa a mujeres directoras o gerentes de empresas. Este premio existe ahora en dieciocho países.
PELÍCULA: La viuda Clicquot, basada en la biografía de Tilar J. Mazzeo, 2024
En 2009, Elvire de Brissac publicó la novela Voyage imaginaire autour de Barbe Nicole Ponsardin, veuve Clicquot, 1777-1866 en Ediciones Grasset.
Comentarios recientes