Mary Anning: Vídeo-Podcast-Lila 117

“¿Quieres conocer a la mujer que cambió nuestra comprensión del mundo prehistórico?

Muchos años antes de que Charles Darwin publicara El origen de las especies, ella ya tenía una teoría parecida. 

Una mujer que fue considerada una intrusa por la comunidad científica.

Contra ella jugaba el hecho de ser mujer, pobre y de clase trabajadora. Pero ella hizo un descubrimiento que la convertiría en una figura legendaria.

Nuestra Biografía de hoy es la historia de una niña pobre de un pueblo costero inglés que se convirtió en la primera paleontóloga de la historia: Mary Anning.” 👇👇👇

¿Sabías qué Mary Anning fue una coleccionista y recolectora de fósiles que hizo una gran aportación a la historia?

Pues así es…

Mary Anning está considerada como la primera paleontóloga de la historia por su gran aportación a la ciencia.

Y, ¿qué entendemos por paleontología?

Pues la ciencia que estudia los seres orgánicos que habitaron la Tierra en épocas pasadas y cuyos restos se encuentran fósiles.

Los descubrimientos de Mary Anning fueron fundamentales para la reconstrucción del pasado de la vida y su historia.

Dedicó su vida a descubrir los restos de animales prehistóricos, nuevas especies de reptiles marinos y voladores extinguidos hace millones de años, haciendo una contribución enorme a la comunidad científica.

Ella contribuyó a que, a principios del S.XIX, se dieran cambios fundamentales en la manera de entender la vida prehistórica y la historia de la Tierra pero…no se le reconoció su trabajo y aportes.

Ella misma decía:

«El mundo me ha utilizado con tan poca consideración que me ha hecho sospechar de la humanidad en general.»

Y es que factores como su sexo, mujer, y la clase social, baja, fueron razones por las que se le impidió participar en la comunidad científica británica de principios del S.XIX, una comunidad dominada por caballeros ricos anglicanos.

Pero, hagamos un poco de historia…..

Mary Anning Moore nació el 21 de mayo de 1799 en la localidad costera de Lyme Regis, Dorset, en Inglaterra.

Sus padres fueron Richard Anning, ebanista y recolector de fósiles, y Mary Moore, madre de familia.

Nuestra Mary fue la quinta hija de 9 hermanos aunque casi todos murieron de forma prematura.

A ella le dieron el nombre de la primera hija que nació la cual falleció en un incendio.

Después de Mary llegaron cuatro hijos más pero todos murieron durante la infancia, sobreviviendo sólo Joseph, tres años mayor que ella.

Mary nació en el seno de una familia de bajo poder adquisitivo que no seguía la doctrina religiosa común en Inglaterra, que era la anglicana.

Sus padres eran religiosos disidentes, esto es, que eran de la religión protestante pero disidían, o sea, se apartaban, de la “iglesia establecida” que era la anglicana.

Por ese motivo, su familia se enfrentó a la doble discriminación social y legal.

Richard, su padre, se ganaba la vida como ebanista y, cuando podía, incrementaba sus ganancias vendiendo los fósiles que recogía a los turistas.

Cuentan que cuando nuestra protagonista tenía solo 15 meses de edad, sucedió algo extraordinario…

Mary estaba en los brazos de una vecina que la estaba cuidando y dos amigas, estaban bajo un olmo disfrutando de un espectáculo al aire libre, cuando un rayo cayó sobre ese árbol.

Las tres mujeres fallecieron en el acto pero nuestra pequeña Mary sobrevivió…El médico que la atendió consideró que era un milagro que estuviese viva.

A raíz de este incidente, la gente del pueblo atribuyó la curiosidad, inteligencia y viva personalidad de Mary a este milagroso incidente.

Por lo que se refiere a la educación de Mary fue muy limitada ya que no pudo acceder a la escuela pero ese mismo carácter despierto y esas ganas de vivir la empujaron a forjarse ella sola convirtiéndose en otro ejemplo de mujer autodidacta.

Y es que Mary aprendió a leer y a escribir los domingos en la iglesia congregacional a la que acudía.

Desgraciadamente, cuando Mary tiene solo 11 años, pierde a su padre que fallece con 44 años por tuberculosis. Es el año 1810 y empieza un periodo muy duro para Mary porque su familia tiene que subsistir con las ayudas sociales.

Es entonces cuando Mary y su hermano Joseph deciden que seguirán haciendo algo que hacían con su padre: ir en busca de fósiles en los acantilados cercanos para venderlos y ganarse la vida.

Pensar que, a finales del S.XVIII y principios del XIX, el coleccionismo de fósiles se encontraba en boga. Primero como un pasatiempo similar a la filatelia, y después, al ir entendiendo la importancia de los fósiles para la geología y la biología, se transformó en ciencia.

Mary y su hermano llegaron a recolectar muchas curiosidades y también hicieron grandes hallazgos…

El primero de esos hallazgos fue el que hizo su hermano al encontrar el cráneo de un enorme ser marino que vivió en la Antiguedad (al que más adelante darían el nombre de ictiosauro).

Poco después, Mary hizo un gran descubrimiento: los restos del primer esqueleto de un reptil marino (de 5,2m).

Mary Anning era una joven con una capacidad increíble para encontrar, limpiar y re-construir esos restos fosilizados, algo que, hasta entonces, nadie había hecho.

A partir de ahí, la comunidad científica empieza a interesarse por los descubrimientos de los hermanos Anning.

Pero, ¿qué creeis que sucedió con ese esqueleto?

Pues que lo vio un aristócrata inglés y se lo compró a Mary Anning.

A su vez, ese aristócrata lo vendió a un anticuario y naturalista (William Bullock) y éste decide mostrarlo en público en el Museo Británico.

En 1814 ya recibía el nombre científico de “ictiosauro” pero, en todo ese proceso, y en todos los artículos que se escribieron para la Royal Society, el nombre de Mary Anning quedó silenciado….ni se la mencionaba.

A partir de ese momento, científicos y religiosos se empiezan a re-plantear los conceptos antiguos y valoran lo que la nueva ciencia de la geología está revelando sobre la vida antigua y la historia de la tierra.

Poco tiempo después de ese gran hallazgo, el hermano de Mary decide abandonar esa tarea y dedicarse al oficio de tapicero.

Mary se queda entonces en casa a cargo de su madre.

Ella va a seguir como recolectora de fósiles en solitario, bueno, en solitario no porque la acompaña su perro, su fiel amigo; con él recorrerán los acantilados y seguirán descubriendo más restos fósiles.

Fósiles invertebrados como  ammonites y belemnites, y fósiles  vertebrados , más difíciles de encontrar, como esos esqueletos de ictiosaurio.

Como relata la periodista y escritora Deborah Cadbury, en su libro “Los cazadores de dinosaurios”, la recolección de fósiles al lado del mar que llevaba a cabo nuestra Mary no era un oficio sencillo sino que podía ser muy peligroso.

Requería caminar y saltar bajo acantilados inestables en los que se producían frecuentes deslizamientos y caídas de piedras por las lluvias, y, a todo eso, hemos de añadir que la vestimenta femenina no ayudaba….

Ya hablaba de esos problemas con la ropa nuestra Mary Edwards Walker. Te recomiendo su Vídeo.Podcast.Lila

Y es que nuestra Mary era una mujer valiente movida por su propósito: caminaba y se metía debajo de precipicios precarios cuando bajaba la marea para buscar fósiles que se soltaban de las rocas y luego venderlos. Lo suyo era arriesgado.

En una ocasión, Mary está a punto de morir a causa de un deslizamiento de tierras…por suerte, ella se salva pero su fiel compañero de andanzas, su perro Tray fallece en esa aventura.

Esta pérdida deja a nuestra protagonista sumida en la tristeza…su único antídoto es encontrar esos restos fósiles de gran valor para la ciencia.

En su afán por saber más y formarse, Mary Anning se empapa de todos los artículos que encuentra sobre fósiles…y sigue encontrando más esqueletos de reptiles marinos/ ictiosauros de diferente tamaño pero el dinero no llega…

Es entonces cuando su amigo y coleccionista de fósiles Thomas Birch, viendo la pobreza en la que está viviendo Mary, organiza una subasta cuyas ganancias entrega a Mary y a su familia.

Esta subasta, además de proporcionarle dinero, aumenta su reputación dentro de la comunidad geológica pero no su incorporación.

Y es que, una vez más, hemos de recordar que en la conservadora Inglaterra decimonónica sólo los hombres de Londres, educados «caballeros especialistas», eran tomados en serio y recibían crédito por sus descubrimientos geológicos o paleontológicos.

En 1826, a los 27 años, se las arregló para ahorrar suficiente dinero con el fin de comprar una casa con un gran ventanal de cristal que daba a la calle a modo de escaparate y fundar una tienda llamada Almacén de fósiles Anning.

Varios geólogos y coleccionistas de fósiles de Europa e incluso de América visitaron a Mary Anning en Lyme Regis para adquirir especímenes.

Sus fósiles inauguraron Museos, a su tienda acudieron reyes y científicos y todos los que adquirían alguna de sus obras olvidaban su nombre…

Mary Anning sabía que debía empaparse de artículos que se escribían sobre fósiles y los reescribía aportando nuevos detalles.

Además, también diseccionaba animales modernos como peces y sepias para entender mejor la anatomía de los fósiles con los que trabajaba.

En una ocasión, una mujer de la alta sociedad inglesa que visitó su tienda dijo:

[…] lo extraordinario de esta joven es que se ha familiarizado tanto con la ciencia que en el momento que encuentra algún hueso ya sabe a qué tribu pertenece. Ella fija los huesos en un marco con pegamento y luego los dibuja y encarga grabados. […] Ciertamente es un maravilloso ejemplo de favor divino que esta pobre muchacha ignorante haya sido tan bendita, porque, mediante la lectura y la aplicación, ha llegado a ese grado de conocimiento como para llegar a ese hábito de escribir y hablar con profesores y otros hombres inteligentes sobre este tema, y todos ellos reconocen que ella entiende más de esta ciencia que nadie en el reino.

Además de adquirir sus especímenes, varios de los principales geólogos de la época visitaron a Mary Anning para trabajar con ella en la recolección de fósiles y para tratar cuestiones de anatomía y clasificación.

Junto al paleontólogo William Buckland,uno de los pocos científicos que nombraría a Mary Anning como su descubridora, sería pionera en el estudio de los coprolitos: las heces fosilizadas, conocidas en aquel entonces como «piedras bezoar».

En 1830 hizo otro hallazgo de un esqueleto casi completo del llamado plesiosauro, reptil volador que vivió 250 millones de años atrás y, una vez más, se redactó un documento acreditativo en el que no se la citaba.

  • P.D. A medida que voy elaborando este artículo verifico la ausencia del nombre de nuestra protagonista y de sus logros pero no el de sus contemporáneos.

Conforme el tiempo pasaba, su confianza sobre su conocimiento crecía y en 1839 se tomó el tiempo de escribir al Magazine of Natural History para poner en duda la afirmación de que un fósil que había sido encontrado recientemente del tiburón prehistórico Hybodus representaba un nuevo género, dado que ella había descubierto muchos años antes la existencia de tiburones fósiles tanto con dientes rectos como con forma de gancho.

El extracto de la carta que la revista imprimió sería el único escrito que Mary Anning vio publicado en su vida.

Mary recibió la visita de geólogos de diferentes partes del mundo, y es que su conocimiento y saber empezó a difundirse.

Uno de los geólogos que la visitó, Roderick Impey Murchison, le encomendó la tarea de dejar a su mujer Charlotte (en la foto de abajo) bajo su asesoramiento estableciéndose así una gran amistad.

Charlotte ayudó a construir a Mary Anning una red de clientes en toda Europa.

Pero a pesar de todo, Mary Anning seguía considerándose una intrusa en la profesión, una profesión de hombres…

Al ser una mujer de clase trabajadora, una disidente religiosa, Mary siempre sería considerada como una intrusa para la comunidad científica.

Pensar que en esa época a las mujeres de Gran Bretaña no se les permitía votar, ocupar cargos públicos o asistir a la universidad, y la recientemente formada, pero cada vez más influyente Sociedad Geológica no permitía tan siquiera a las mujeres asistir a las reuniones en calidad de invitados, y mucho menos convertirse en miembros. ¡!

Y es que, en la mayoría de los casos, las únicas ocupaciones que estaban abiertas a las mujeres de clase baja en ese momento eran los trabajos agrícolas, el servicio doméstico, y (cada vez más) el trabajo en las fábricas de reciente apertura.

Aunque Mary Anning sabía más sobre fósiles y geología que la mayoría de hombres paleontólogos a los que vendía, eran sólo estos señores los que publicaban la descripción científica de los especímenes que ella encontró, a menudo negándose a mencionar su nombre.

Con el tiempo, esto provocaba que se sintiera cada vez más contrariada.

Una joven que a veces la acompañaba mientras ella recogía fósiles escribió:

«Mary dice que el mundo la ha utilizado hasta la saciedad… estos hombres de ciencia han chupado su cerebro, y han sacado un gran partido publicando obras, de las cuales ella elaboró los contenidos, sin recibir nada a cambio».

A inicios de la década de 1830, Mary Anning volvía a pasar por momentos financieros delicados. Gran Bretaña está pasando por una crisis económica y el interés por los fósiles va en descenso…

De nuevo, el geólogo Henry de la Beche le echa un cable. Primero le pide a un amigo que haga una litografía de una de las acuarelas de Mary Anning sobre fósiles.

Y es que la litografía permite al artista dibujar directamente sobre la piedra pulimentada con el fin de imprimir cuantas copias se deseen de ese original y así se puede vender copias de la litografía a colegas geólogos y otros amigos ricos.

Esto se llevó a cabo y le donó a ella el dinero recaudado.

A finales de 1830, Mary Anning hace otro gran hallazgo: el esqueleto de un nuevo tipo de plesiosaurio, que se vendió por £200.

Pensar que los primeros fósiles de esas variedades de dinosaurios que ella encontró, evidenciaron que en eras anteriores la Tierra estaba habitada por criaturas muy distintas a las actuales.

Es decir, a través de los descubrimientos de Mary Anning se empezó a entender la historia de la tierra mediante el uso de las pruebas fósiles para así reconstruir organismos extintos y los ambientes en los que vivieron, disciplina que finalmente llegó a ser llamada paleontología.

O sea, a través de sus importantes hallazgos era posible reconstruir y comprender la vida en el pasado distante.

Vale la pena destacar que en la década de 1840, el experto en peces fósiles Louis Agassiz nombró dos especies de pez fósil, Acrodus anningiae y Belenostomus anningiae, en su honor, y otro en honor de su amiga Elizabeth Philpot.

Louis Agassiz estaba agradecido por la ayuda que las dos mujeres le habían brindado en el examen y la comprensión de especímenes fósiles de peces durante su visita en 1834 a Lyme Regis.

Pero la situación de Mary no mejoraba y preocupado por su situación financiera, su viejo amigo William Buckland convenció a la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia para concederle una pensión anual, conocida como Lista Civil, en reconocimiento de sus muchas contribuciones a la ciencia de la geología.

En los últimos diez años recibió esa renta vitalicia por sus contribuciones.

Eso fue un gran logro entonces ya que la Sociedad Geológica de Londres, hasta 1904, no admitió entre sus miembros a ninguna persona del sexo femenino. ¡!

Al morir su madre, Mary Anning continuó viviendo sola y se dijo erróneamente que se dio a la bebida…En realidad, Mary tomaba grandes dosis de láudano para aplacar el dolor del cáncer de mama.

Mary Anning falleció el 9 de marzo de 1847 de un cáncer de mama con el convencimiento de que la ciencia la había silenciado y se había aprovechado de sus hallazgos. Tenía 47 años.

Al morir, científicos e historiadores simplemente la borraron de sus libros y acreditaron a los naturalistas que compraron sus especímenes como los descubridores. ¡!

No era apropiado adjudicar tan importante y pionera labor a una mujer que además era de clase trabajadora.

Henry de la Beche, presidente de la Sociedad Geológica de Londres y amigo personal de Mary, escribió un obituario que fue publicado en las actas de la Sociedad, un honor solo reservado a los miembros masculinos.

No puedo cerrar esta noticia sobre nuestras pérdidas por muerte sin publicitar la de alguien, que, aunque no pertenecía a las clases incluso más acomodadas de la sociedad, tenía que ganarse su pan de cada día con su trabajo, contribuyó con su talento e incansables investigaciones en no poca medida a nuestro conocimiento de los grandes Enalio-Saurios y otras formas de vida orgánica enterradas en las cercanías de Lyme Regis […]

Algunos miembros de la sociedad posteriormente contribuyeron a sufragar una vidriera en su memoria que se colocó en la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel en Lyme Regis.

También el escritor Charles Dickens  escribió un artículo sobre su vida en su revista literaria All the Year Round que recalcaba las dificultades que tuvo que superar.

Los fósiles de vertebrados que Mary Anning encontró marcaron un hito en la historia, pero ella siguió buscando durante el resto de su vida y realizó numerosas otras contribuciones a la paleontología temprana.

Muchas de las conclusiones a las que llegaba Mary Anning sobre fósiles han ayudado enormemente a entender aspectos sobre geología.

Y, ¿ cómo recordamos hoy en día a nuestra protagonista?

En 2005, se añadió el personaje de Mary Anning en el Museo de Historia Natural de Londres como personaje notable en su galería interactiva.

En el año 2010, Mary Anning fue reconocida por la Royal Society como una de las diez científicas británicas más influyentes de la historia y su legado incluso ha hecho fortuna en un popular trabalenguas que todos los niños ingleses aprenden en la escuela:

«She Sells Sea Shells on the Sea Shore» (Ella vende conchas marinas en la orilla del mar).

Os recomendamos la película Ammonite, con Kate Winslet que se basa en su vida y obra.

En 2009, Tracy Chevalier escribió una novela histórica titulada Las huellas de la vida (en inglés Remarkable Creatures), que narra la vida de Mary Anning y sus descubrimientos, así como los de Elizabeth Philpot, otra coleccionista de fósiles.

La vida de Anning inspiró a varios escritores a lo largo del siglo xx, comenzando por The Heroine of Lyme Regis: The Story of Mary Anning the Celebrated Geologist (1925). Aunque, os he de decir que la mayoría de este material fue pensado como literatura infantil, y tendía a centrarse en su niñez y carrera temprana, dejando de lado sus logros posteriores. ¡!

Mary Anning apareció como personaje en varias novelas históricas, de las cuales quizás la más conocida sea La mujer del teniente francés (1969) de John Fowles, que se adaptó en una película en 1981.

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¡Hasta pronto!