JUANA DE ARCO: PODCAST LILA 82
«Una joven que sentía que tenía la misión divina de salvar a Francia.
Se la acusó de herejía, brujería y travestismo al vestir como un hombre no solo para la batalla sino para mantener a salvo su integridad como mujer.
Una heroína francesa sentenciada y quemada viva con tan solo 19 años de edad: Juana de Arco.«
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¿Sabías qué Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleans, fue una joven campesina francesa que tuvo un papel crucial en la restauración de la corona francesa en la Guerra de los Cien Años?
Pues así es….
En esa guerra de los 100 años y antes de la aparición de Juana de Arco, el ejército francés no había logrado ninguna victoria importante.
Juana de Arco podría haberse convertido en una mística, como santa Teresa de Jesús, pero estos mensajes divinos la incitaron a la acción y la recordamos como lo que fue: una mujer valiente.
Juana de Arco, una heroína y un ejemplo de la emancipación de la mujer de los roles sociales tradicionales
Pero, repasemos un poco su historia….
Juana de Arco nació en la villa Domrémy, actualmente Domrémy-la-Pucelle en su honor, al noreste de Francia.
Se ignora la fecha exacta de su nacimiento ya que en la época no existía un registro de los nacimientos, sin embargo, en su interrogatorio el 21 de febrero de 1431, afirmó tener “alrededor de diecinueve años”, lo cual supondría que nació en 1412.
Su nombre de nacimiento era Jehanne, y en su pueblo le decían Jeannette (“Juanita”). Era hija de Jacques Darc y de Isabelle Romee. Sin embargo, el apellido con el que se conoció a Juana fue D’arc. La forma d’Arc (de Arco en español) aparecería un siglo y medio después de su muerte.
Juana era la menor de tres hermanos. En su familia no pasaban necesidades, ya que su padre poseía tierras cultivables y detentaba cargos públicos en el pueblo.
Para cuando llegó a su adolescencia, el futuro de Juana estaba decidido: su familia había elegido a un muchacho para que se casase con ella. Pero el matrimonio no era exactamente lo que nuestra joven de 17 años, devota pero rebelde, tenía en mente.
Juana de Arco tuvo sus primeras visiones con tan solo 13 años. Comenzó con la aparición del arcángel Miguel, un santo militar que protegía el reino de Francia. Después escuchó las voces de santa Catalina de Alejandría y de Santa Margarita, que la guiarían a lo largo de su breve vida.
Las voces divinas le habían conferido una misión más importante: expulsar a los ingleses de Francia y propiciar la coronación del heredero legítimo al trono, Carlos VII. Y Dios quiere que sea ella misma la que luche (porque no existe la diferencia de sexos).
En lo relativo a las voces divinas, los historiadores coinciden que, en esa época, no era raro que la gente tuviese visiones o recibiera mensajes de Dios. Era una parte aceptada de la espiritualidad.
Pensemos en otras grandes mujeres como Hildegarda de Bingen, protagonista de nuestro podcast lila 50.
Por otra parte, en esa época existían rumores o profecías que vaticinaban la salvación del reino de Francia por parte de la Virgen de Lorena mediante una mujer «que obraría milagros». Gracias a estas creencias populares y a su insistencia Juana de Arco logró su cometido.
Pero vamos paso a paso….
A los 16 años, le pidió a un pariente llamado Durand Lassois que la llevara a la ciudad cercana de Vaucouleurs, donde solicitó al comandante de la guarnición, Robert de Baudricourt, una escolta armada para llevarla a la Corte Real francesa en Chinon.
Os podéis imaginar cómo se rieron de ella al principio pero el comandante Baudricourt creyó en ella.
Cuentan que Juana de Arco dijo: “Debo estar al lado del Rey… no habrá ayuda para el Reino salvo la mía. Preferiría haber seguido hilando [lana] al lado de mi madre… sin embargo, debo ir a hacer esto, porque mi Señor quiere que lo haga».
Así, el comandante Robert de Baudricourt le otorgó a Juana una escolta para conocer al delfín (esto es, el príncipe legítimo del reino de Francia).
Hizo el viaje a través del territorio hostil de Borgoña disfrazada de soldado. Este hecho más tarde la llevó a a ser acusada de «travestismo», aunque sus escoltas lo vieron como una precaución lógica.
El primer encuentro de Juana con Carlos tuvo lugar en la Corte Real en la ciudad de Chinon en 1429, cuando ella tenía 17 años y él 26.
Tras presentarse ante la Corte, causó gran impresión en Carlos durante la conferencia privada que mantuvieron y le informó del carácter de su misión.
El príncipe Carlos decidió que varios teólogos examinasen a Juana De Arco para tratar de decidir si sus afirmaciones de que era una enviada de Dios eran ciertas. También verificaron, según detallan documentos históricos, su condición de virgen.
Después de que distintos sacerdotes y teólogos la examinaran, el príncipe terminó por confiar en la divinidad de las voces de Juana.
Después Juana de Arco recibió entrenamiento básico para aprender a montar un caballo de guerra y a portar armas en la batalla.
Así, el príncipe accedió a confiarle el mando de un ejército de 5.000 hombres con el objetivo de levantar el asedio de Orleans, una de las principales ciudades del momento.
Juana de Arco resultó una líder excepcional, en un momento excepcional, que transformó con convicción el entorno que la rodeaba
Ella fue pueblo por pueblo y reunió a pequeños grupos (de hombres) a quienes inspiró en momentos en que Francia estaba desolada.
Equipada con armadura blanca y portando un estandarte (como ha sido representada en numerosas pinturas) se puso al frente de las tropas y obligó a los ingleses a levantar el sitio de Orleans. Derrotó así a las tropas inglesas. Juana consiguió algo inalcanzable desde hacía más de una década.
A continuación, realizó una serie de campañas victoriosas que facilitaron el duro camino hacia Reims y permitieron la coronación de Carlos VII de Francia (17 de julio de 1429).
Toda una proeza que consiguió nuestra protagonista quien fue herida en dos ocasiones. Una de ellas con una flecha, una imagen que probablemente hayáis visto en muchos cuadros.
Todos estos logros y victorias se sucedieron en cuestión de meses.
A final de ese año, Juana de Arco y su familia ascienden a nobles/ ennoblecidos por Carlos VII como recompensa por sus acciones.
La joven Juana de Arco, tras cumplir su misión, dejó de oír las voces y quiso regresar a su casa. Pero, antes de partir, le esperaban dos combates más: en París y en Compiègne.
En esta última batalla, el 24 de mayo de 1430, Juana la Doncella guerrera fue capturada por el duque de Borgoña que lideraba el bando francés contrario al rey y aliado de los ingleses.
Así, la detienen y poco después la venden al ejército inglés para ser procesada por hereje y bruja.
Y podemos preguntarnos… ¿Intentó el rey Carlos VII interceder en su favor, salvar a la joven que tanto lo ayudó a acceder a la corona?
En absoluto. Según señalan los historiadores, «El silencio fue su respuesta».
El rey Carlos escribió una carta pública diciendo que Juana se había vuelto demasiado arrogante, orgullosa y había dejado de escuchar al rey. Por eso había sido capturada y ya no contaba con el apoyo de Dios. Intentó borrarla de la historia.
Entregada a los ingleses, Juana de Arco es trasladada a Ruán y juzgada por un tribunal eclesiástico acusada de brujería. El argumento era que las voces que le hablaban procedían del diablo. Con eso se pretendía presentar a Carlos VII de Francia como seguidor de una bruja para desprestigiarlo.
Para los ingleses, la habilidad de esta campesina para derrotar a sus ejércitos se consideraba una prueba de que el diablo la poseía.
Tras un proceso inquisitorial de tres meses y tras pasar rigurosos interrogatorios frente a casi 120 acusadores se la considera culpable de más de 70 cargos, entre ellos el de inventar falsas revelaciones y apariciones divinas y la de vestir como un hombre.
Pese a que ella había defendido siempre su inocencia, Juana de Arco fue declarada culpable de herejía y hechicería.
Juana de Arco no se retractó, sino que reafirmó sus revelaciones y dijo, ante los jueces de la inquisición que la sentenciaron, que ella se limitó a cumplir la voluntad de Dios.
La mañana del 30 de mayo de 1431 fue atada a una estaca y quemada viva en la plaza del Mercado Viejo de Ruán, al noroeste de Francia.
Cuentan que una vez muerta los ingleses desparramaron las brasas para exponer su cuerpo carbonizado y que así nadie afirmara que había escapado con vida. Después quemaron sus restos dos veces más para reducirlos a cenizas y evitar que se recogieran como reliquias. Finalmente arrojaron sus cenizas al río Sena.
El juicio al que sometieron a Juana de Arco fue tremendamente injusto, tuvo motivaciones políticas y fue un procedimiento sospechoso en varios puntos.
Juana se quejó de que todos los presentes eran enemigos de su causa y pidió que se invitara a «eclesiásticos del lado francés» para tener cierto equilibrio. Su solicitud fue denegada.
Además, según las pautas inquisitoriales, ella debería haber sido confinada en una prisión eclesiástica bajo la supervisión de guardias femeninas, es decir, monjas. En cambio, los ingleses la mantuvieron en una prisión secular custodiada por sus propios soldados.
Debido a que el tribunal buscaba acabar con la vida de Juana, prepararon esa otra acusación por delito de travestismo.
Los miembros del clero afirmaron que ella siguió llevando ropa de hombre en prisión para evitar el abuso sexual y la violación.
Además, siguió manteniendo el pelo corto mientras participó en campañas militares y cuando estuvo en prisión.
En 1456, Juana de Arco es rehabilitada solemnemente por el papa Calixto III, a instancias de Carlos VII, quien promovió la revisión del proceso.
Considerada una mártir y convertida en el símbolo de la unidad francesa, fue beatificada en 1909 y canonizada en 1920, año en que Francia la proclamó su patrona
En cualquier caso, los historiadores coinciden en que el ejército francés se anotó importantes victorias durante el breve tiempo que Juana estuvo con él.
Desgraciadamente, a lo largo de los siglos se ha tratado de convertir a nuestra protagonista en muchas cosas: fanática demoníaca, mística espiritual, ingenua y mujer manipulada herramienta de los poderosos, creadora e icono del nacionalismo popular moderno, heroína adorada, santa.
Desde la poetisa Christine de Pizan (1364—1430) protagonista de nuestro Podcast Lila 41 hasta la actualidad, las mujeres han considerado a Juana como un ejemplo positivo de mujer valiente y activa.
La misma Christine de Pizan escribió un poema sobre Juana de Arco, contemporánea de ella, un poema en el que celebraba el valor y las cualidades de esta heroína coetánea que personificaba a la mujer que tanto había defendido.
ACTUALIDAD SOBRE JUANA DE ARCO
En el pequeño pueblo de Domrémy, que hoy cuenta con unos 150 habitantes, todavía se alza su casa natal, que rezuma un encanto especial 👇
La Fiesta Nacional de Juana de Arco y del Patriotismo se celebra en Francia cada segundo domingo de mayo desde 1920.
Su vida se representa en numerosas obras teatrales, cinematográficas y de animación.
Helen Castor, historiadora y autora de la elogiada biografía «Juana de Arco: una historia».
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